Partiré de la concepción que la educación no se manifiesta en una sola dirección, ni posee un único rostro, ni se mueve siempre en los mismos planos y niveles. La educación es un fenómeno sumamente complejo, específicamente humano y socialmente determinado. Como fenómeno y proceso social está más aquí y más allá de las instituciones educativas por lo que es posible abordarlo desde distintas perspectivas y niveles. Propongo pensar en la posibilidad de ser parte activa de la institución, integración de padres y docentes, donde se ponga a circular el deseo.
Somos concientes que el desarrollo del adolescente atraviesa procesos evolutivos que suponen cambios. La institución educativa no puede permanecer ajena a este movimiento. Es a partir de esto que se crea el espacio del Gabinete Psicológico para atender las diferentes problemáticas de la vida de los alumnos.
Cuando aparece la pregunta del docente o de los padres ¿Qué le pasa a este chico?, la demanda cobra sentido para éstos desde lo visible: problemas de conducta, bajo control de los impulsos, bajo rendimiento académico, poca tolerancia a la frustración, gran monto de angustia, de ansiedad, agresividad, adicciones, hiperactividad, falta de atención, de concentración, auto agresividad, trasgresión a las normas, bajo rendimiento escolar.
El Gabinete trabaja con el objetivo de:
- Prevenir, detectar y diagnosticar las dificultades que surjan en el proceso enseñanza- aprendizaje y la integración al entorno.
- Generar apertura en la comunicación entre docentes, alumnos y padres para facilitar dicho proceso.
Seria importante integrar más allá de los docentes, a los padres en el proceso de aprendizaje de sus hijos ya que los adolescentes buscan su mirada con cada actitud que manifiestan.
Frente a la necesidad que los adolescentes manifiestan es preciso descubrir, más que una didáctica entre el pizarrón y el pupitre, chicos que se sientan contenidos emocionalmente para poder aprender a aprender. Podemos pensar así en una institución que, al preocuparse por el futuro de los alumnos, abra las puertas también sus padres para escucharlos y para que escuchen.
Una escuela que brinde la posibilidad de ofrecer herramientas a partir de las cuales los padres y docentes aprendan desde la demanda de los chicos: una demanda que no es más que una demanda de amor...
Maria Eugenia Morán Elías
Psicóloga del Gabinete